Vocabulario clave y definiciones

¿Qué es el placer?

Como ya hemos mencionado, la sexualidad ha sido históricamente considerada un tabú y también ha estado ligada a ideas morales y religiosas que han reducido sus objetivos únicamente a la reproducción. Sin embargo, la sexualidad abarca muchos ámbitos y dimensiones y, además de la reproducción, es también una herramienta que podemos utilizar para identificarnos y expresarnos, para comunicarnos, para establecer relaciones y, por supuesto, para recibir y dar placer. 

El placer es una experiencia subjetiva. El Global Advisory Board (GAB) para la Salud Sexual y el Bienestar ha proporcionado la siguiente definición de placer sexual: 

“El placer sexual es la satisfacción y el disfrute físicos y/o psicológicos derivados de experiencias eróticas compartidas o solitarias, incluidos pensamientos, fantasías, sueños, emociones y sentimientos. La autodeterminación, el consentimiento, la seguridad, la intimidad, la confianza y la capacidad de comunicar y negociar las relaciones sexuales son factores clave para que el placer contribuya a la salud y el bienestar sexuales. El placer sexual debe ejercerse en el contexto de los derechos sexuales, en particular los derechos a la igualdad y la no discriminación, la autonomía y la integridad corporal, el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud y la libertad de expresión. Las experiencias de placer sexual humano son diversas y los derechos sexuales garantizan que el placer sea una experiencia positiva para todos los implicados y que no se obtenga violando los derechos humanos y el bienestar de otras personas”.

    La fisiología del placer

    ¿Qué te hace sentir placer? Tal vez comer algo rico, tal vez darte un baño relajante, tal vez bailar, tal vez leer un libro, tal vez tener una agradable charla con tus amistades, tal vez caminar descalza por la hierba… Aunque el placer pueda asociarse automáticamente al sexo o a actividades relacionadas con él, lo cierto es que muchas de las actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana pueden hacernos sentir placer. Al fin y al cabo, el placer es una experiencia subjetiva y, como tal, cada persona puede encontrar placentera una amplia y diversa gama de actividades.

    Si nos centramos en el placer sexual, piénsalo: ¿qué te hace sentir placer sexual? Ten en cuenta que “sexual” no significa necesariamente genital. Recuerda que nuestro mayor órgano sexual es la piel, que cuenta con miles de terminaciones nerviosas y receptores que reciben estímulos táctiles. Y que nuestro órgano sexual más importante, el cerebro, analiza la información recibida por la piel y la interpreta como placentera o no placentera. Además, el placer está condicionado por las normas sociales. Por eso, es habitual que cuando pensamos en prácticas placenteras nos vengan a la cabeza imágenes muy concretas y normativas. Sin embargo, recuerda que el placer no depende de nuestra identidad o expresión de género, nuestra orientación sexual o la forma de nuestro cuerpo.

    En realidad, nuestro cuerpo responde a los estímulos sexuales y al placer siguiendo lo que se denomina el “Ciclo de Respuesta Sexual”. Existen varios enfoques pero, a modo de resumen, haremos la división clásica en 5 fases:

    Deseo

    El deseo sexual se refiere a la voluntad de tener una experiencia sexual y está condicionado por factores biológicos, psicológicos, sociales y espirituales.

    Excitación

    Ya sea con contacto físico o no, nuestro cerebro puede interpretar un determinado estímulo o pensamiento como erótico y, por tanto, propiciar una respuesta en nuestro cuerpo. En esta fase, los genitales se vuelven más sensibles y se lubrican. Además, la respiración se intensifica y aumentan el flujo sanguíneo, el ritmo cardíaco y la tensión muscular.

    Meseta

    Durante esta fase, los cambios físicos experimentados durante la fase de excitación siguen aumentando y se estabilizan.

    Orgasmo

    El orgasmo se desencadena cuando alcanzamos el máximo nivel de tensión sexual. El inicio subjetivo del orgasmo suele localizarse en la zona genital; sin embargo, también puede iniciarse en otras zonas y en realidad se produce una respuesta global de todo el cuerpo, teniendo el cerebro un papel principal. En el caso de las personas con pene, el orgasmo suele venir acompañado de la eyaculación y, en el caso de las personas con vulva y vagina, esta también puede ocurrir a veces.

    Resolución

    Es la última fase del ciclo, en la que la tensión desaparece y todos los cambios físicos revierten. Las personas con pene tienden a necesitar un breve periodo (conocido como “periodo refractario”) antes de recibir una nueva estimulación, mientras que las personas con vulva y vagina tienden a tener la capacidad de recibir una nueva estimulación después del orgasmo, por lo que tienen la posibilidad de desencadenar varios orgasmos.

    Es importante mencionar que el placer es (¡o debería ser!) intrínseco a todas las fases del Ciclo de Respuesta Sexual, y no sólo al orgasmo. Una relación sexual sin orgasmo puede ser tan placentera como una con orgasmo. A veces, se pone demasiada atención en alcanzar el orgasmo y se olvida disfrutar del resto de la experiencia.

    Por último, a pesar de que podemos experimentar placer con una pareja o parejas cuando mantenemos relaciones sexuales compartidas, cada una debería ser responsable de su propio placer. Esto no significa que no podamos pedir a otra persona que nos proporcione placer, sino que el autoconocimiento de lo que nos gusta y lo que no es esencial para alcanzar nuestro propio placer y no colocar la responsabilidad únicamente en la otra persona.

    La masturbación, el acto de tocar deliberadamente nuestro cuerpo, en particular nuestros genitales (¡pero no sólo!), para sentir placer, es una muy buena manera de conocer nuestro cuerpo y cómo actúa el placer en cada persona De este modo, cuando decidamos compartir experiencias con otras personas, seremos capaces de comunicar lo que nos gusta y cómo nos gusta.

    El placer como tabú (y cómo superarlo)

    Desde que el placer sexual y erótico se aleja de la única finalidad de la reproducción sexual ocurre que, tanto como práctica como discurso, se ha ocultado mucho: no se experimenta, no se habla de él, ni siquiera se piensa en él, hasta el punto de que es más fácil encontrar mitos demonizadores que hechos reales. Especialmente cuando se trata de la masturbación, que es el acto de darse placer a una misma mediante la estimulación de las zonas erógenas (no sólo las genitales), hay un montón de mitos creados para infundir miedo sobre esta práctica común y espontánea. Desmontemos juntos/as algunos de los mitos clásicos:

    Mito: Las mujeres no se masturban

    Realidad

    Las personas con vulva por supuesto que se masturban, porque masturbarse es un acto común que se produce de manera autoexploratoria o con la líbido, y todo el mundo, a su nivel personal, lo experimenta en algún momento. La creencia de que las mujeres no se masturban nace tanto de creencias patriarcales como de estereotipos de género (ver módulo 2). Todo el mundo puede masturbarse siempre que sienta la necesidad o el deseo de hacerlo.

    Mito: la masturbación te deja ciego

    Realidad

    No lo hace. Esa era una creencia tan común que incluso se realizaron estudios con el propósito de encontrar una relación entre masturbarse y la ceguera y simplemente no existe tal riesgo.

    Mito: La masturbación causa infertilidad

    Realidad

    La masturbación no reduce las posibilidades de quedarse embarazada ni de dejar embarazada a otra persona. El único riesgo real que hay que tener en cuenta tiene que ver más con la salud en general que con el acto en sí: si practicas cualquier tipo de actividad sexual y erótica y luego no te limpias ni limpias tus utensilios, como los juguetes sexuales, y luego los utilizas con tus parejas, eso podría provocar infecciones que también pueden causar infertilidad. Para evitarlo, sin embargo, basta con que cuides tu higiene y tomes precauciones en caso de ITS.

    Mito: La masturbación puede dañar los genitales

    Realidad

    No hay riesgo de que ocurra tal cosa. Los órganos sexuales están hechos para soportar la fricción, la penetración y la presión y otros actos consecuentes a las estimulaciones sexuales. Por cierto, lo único que tienes que tener en cuenta a la hora de masturbarte es cómo estimularte de la forma que a ti y a tu(s) pareja(s) os guste(n) y, sobre todo, parar siempre que haya algo de dolor.

    Y hay muchos más. La masturbación no es el único tema relevante cuando hablamos de placer, pero es uno de los más significativos. La masturbación es una actividad con muchos beneficios: hacerlo aumenta tu bienestar, ayuda a entender tu cuerpo y lo que te gusta. Pero sus tabúes y los mitos que acabamos de ver están profundamente ligados a los estereotipos de género (véase el módulo 2).

    Placer femenino frente a placer masculino

    Por ejemplo: existe un gran concepto erróneo sobre el placer masculino y el placer femenino. Crecimos con cierto reconocimiento sobre las personas con pene y la estimulación sexual masculina como parte inevitable del crecimiento del niño y eso es cierto; la pregunta es: ¿qué pasa con las personas con vulva y las niñas?  El sistema patriarcal de creencias implica que los hombres deben ser lujuriosos, agresivamente apasionados y con un impulso sexual “por encima de la norma”; las mujeres deben ser pasivas, endebles, con una libido baja. Eso no son más que estereotipos dictados según la sociedad en la que vivimos, por supuesto se trata de la cultura más que de hechos científicos (véase el módulo 5). Aún así, estas creencias influyen en la forma en que percibimos cómo vivir y hablar sobre el placer y también en la realización, a lo largo de los años, de investigaciones al respecto.

    Un gran testimonio de este sesgo cultural es un órgano destinado sólo al placer: el clítoris (ver módulo 4). El clítoris se sitúa en la anatomía de las personas con vulva y es un órgano que no tiene ninguna utilidad para la reproducción; por eso, aunque históricamente el primer descubrimiento del clítoris se remonta al siglo IV aproximadamente, ha sido olvidado y reducido a la oscuridad hasta 2005, cuando una uróloga, Helen O’Connell, creó la primera reproducción digital de la estructura del clítoris. Ese es uno de los factores por los que el placer femenino ha estado tan silenciado hasta estos últimos días. 

    La verdad es que no existe una diferenciación real sobre la libido, el impulso sexual y el deseo sexual basada en la identidad de género, del mismo modo que no hay diferencia moral entre la vida sexual de las personas socializadas como hombres y mujeres. Durante el crecimiento de las personas todas pueden encontrarse tocando y explorando su cuerpo, descubriendo la masturbación y la estimulación. Paralelamente a los estereotipos de género que dictan un doble rasero sobre cómo un hombre y una mujer podrían tener relaciones sexuales (por ejemplo: “él tiene múltiples parejas sexuales, es guay”; “ella tiene múltiples parejas, es una guarra”), es una expectativa de género para las mujeres no tener una libido alta y para los hombres tenerla más alta.

    El espectro del disfrute: todas las formas en que podemos experimentar placer

    El placer como espectro

    Dado que estamos descubriendo cómo hablar de placer es una cuestión que va más allá del sexo con penetración, del sexo en pareja heterosexual y de la interacción genital, nos planteamos el reto de definir el placer sexual como un espectro, en el que caben diferentes contextos.
    El placer es una experiencia que todo el mundo puede sentir, sea cual sea su identidad de género y su orientación sexual/romántica.

    Fantasías eróticas

    Una fantasía erótica es un escenario mental o imaginativo que provoca excitación sexual. Implica la creación de imágenes o narraciones mentales vívidas y a menudo elaboradas, que permiten a las personas explorar y experimentar deseos, escenarios o actividades sexuales en un reino virtual o de fantasía.

    Tener una fantasía erótica no significa necesariamente que quieras llevarla a cabo en la vida real. En realidad, lo bueno de las fantasías es que son ilimitadas, como nuestros pensamientos e imaginación. Por supuesto, hay una distinción entre fantasía y realidad, donde en esta última debemos tener en cuenta los contextos, la seguridad, el consentimiento y las implicaciones morales. Las fantasías deben estar libres de juicios y, al mismo tiempo, todas las personas somos responsables de nuestros actos y debemos saber dónde y cuándo es posible jugar o no a una determinada fantasía.

    Siempre que una fantasía erótica nos perturbe a nosotras o a las personas que nos importan debemos buscar ayuda porque las implicaciones podrían llevar a la violencia sexual, física, verbal y psicológica. Si te encuentras realizando alguna de estas fantasías con otras personas, ten siempre en cuenta reglas de comunicación y seguridad, ya que el cuidado de los límites personales y el consentimiento son básicamente universales para todo acto sexual y erótico, normativo o no.

    Más allá de los genitales: el placer como descubrimiento corporal

    Todos los temas tratados hasta ahora son herramientas que se ofrecen para cuestionar una concepción de la sexualidad que sitúa la penetración en el centro.

    Las personas estamos acostumbradas a considerar el sexo como una penetración del pene en la vagina y eso ha traído consigo numerosos estereotipos de género, expectativas sexistas y también una exclusión masiva de la experiencia queer en el discurso de la identidad sexual.

    El genitalocentrismo, como ya hemos mencionado, es una perspectiva que concede una importancia significativa a las actividades genitales, como el sexo con penetración, en detrimento o descuido de otros aspectos de la sexualidad humana, como la intimidad emocional, la comunicación y diversas formas de expresión sexual no genital.

    Para experimentar y sentir placer, piensa en explorar e implicar todo el cuerpo. Ya hemos hablado de la piel y, mirando a las diferentes alternativas y fantasías, hemos comprendido que jugar con nosotras mismas más allá de los órganos sexuales puede ser un descubrimiento lleno de recursos. Las experiencias sexuales no tienen por qué ser una representación en la que hay que demostrar que se merece el placer o ganar algún tipo de competición

    Para ir más allá de las experiencias sexuales centradas en los genitales, ten en cuenta estos consejos:

    • Explora formas de contacto no genitales: explora formas no genitales de contacto, como masajes sensuales, besos y abrazos, para profundizar en las conexiones emocionales y físicas
      • Exploración sensorial: experimenta con diferentes estímulos sensoriales, como toques de plumas, aceites de masaje, velas perfumadas o incluso juegos de temperatura para implicar a todo el cuerpo;
      • Masajes: explora los masajes de cuerpo entero, prestando atención a las zonas erógenas más allá de los genitales. Juega con diferentes presiones y descubre lo que tú y tu(s) pareja(s) preferís;
      • Besos y estimulaciones orales: podrás descubrir diferentes zonas sensibles del cuerpo;
      • Tacto corporal completo: explora todo el cuerpo de tu pareja con las manos, los dedos e incluso los labios. Presta atención a sus respuestas y señales.
    • Comunicación por encima de leer la mente: fomenta una comunicación abierta y honesta con tu(s) pareja(s) sobre deseos, límites e intereses más allá de las actividades genitales;
    • Diversifica la intimidad: experimenta con distintas formas de intimidad, como el vínculo emocional, la expresión verbal y las experiencias compartidas, para mejorar la conexión general;
    • Exploración consciente: aborda la exploración sexual centrándose en las sensaciones, las emociones y la experiencia en general, más que en un objetivo final específico;
    • Prueba nuevas actividades: explora nuevas actividades sexuales que vayan más allá de las prácticas tradicionales centradas en los genitales, como incorporar juegos sensoriales o experimentar con distintas fantasías;
    • Haz hincapié en la conexión emocional: prioriza la conexión emocional y la intimidad en tus experiencias sexuales, haciendo hincapié en los sentimientos compartidos, la confianza y la vulnerabilidad;
    • Cuestionar los estereotipos de género: cuestionar los estereotipos y las normas sociales sobre el rendimiento sexual, reconociendo que los deseos y las preferencias de cada persona varían;
    • Acepta la imperfección: comprender que las imperfecciones y variaciones son naturales y contribuyen a la singularidad y belleza de las experiencias sexuales.
    Referencias

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    Nagoski E. (2017). Come as you are. Risveglia e trasforma la tua sessualità!!!. Roma: Spazio Interiore.
    Nerri M., Messinese I. (2020). Juguetes sexuales. Alla scoperta degli strumenti del piacere. Con istruzioni per l’uso. Bastiglia: Odoya.
    Roche J. (2018). Sexo Queer. Una guía Trans y No Binaria para la intimidad, el placer y las relaciones. Londres y Filadelfia: Jessica Kingsley.
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    Módulo 1

    Entendiendo las relaciones

    Módulo 2

    Comprender el género

    Módulo 3

    Prevención de la violencia de género

    Módulo 4

    Comprender la salud sexual

    Módulo 5

    Cultura y sexualidad

    Módulo 6

    Discapacidad y sexualidad